
EL ROMANTICISMO
Este movimiento cultural y artístico se gestó en Alemania a finales del siglo XVIII, a partir de la corriente literaria Sturm und drang (tempestad y empuje), contraria a las ideas poéticas de la Ilustración. De allí se extendió a Inglaterra, a Francia y a otros países europeos y a América durante la primera mitad del siglo XIX.
El Romanticismo relega la razón a un segundo plano y ofrece una nueva visión de la vida basada en el sentimiento y la imaginación. En el campo artístico se aboga por la libertad frente a las normas y el academicismo del siglo anterior. Revoluciona, pues, el concepto de autor, porque reivindica la originalidad de su obra, y el de la creación literaria, porque rompe las barreras existentes entre los géneros literarios.
Los románticos manifiestan un descontento con el presente, una profunda insatisfacción ante los valores de la sociedad en la que les ha tocado vivir y, tanto en la vida social y política como en la artística, consideran que el mayor bien del individuo es la libertad. Por eso se lucha y se redactan nuevas leyes que reconocen el derecho de todos los pueblos y de las personas a expresarse y a ser ellos mismos. Los artistas de este movimiento exaltan en sus obras los sentimientos personales y rechazan en nombre de la libertad creadora las reglas del Racionalismo ilustrado.
El espíritu romántico se plasma en distintas artes, especialmente música, pintura y literatura. En la literatura española, los géneros literarios preferidos serán el teatro, la poesía lírica, el cuadro de costumbres, la leyenda y la novela histórica.
Los autores más destacados de este momento literario son: Espronceda, Larra, Bécquer, Rosalía de Castro, Enrique Gil y Carrasco, Ángel de Saavedra –duque de Rivas y José Zorrilla.